Un Curso de Milagros, también conocido como UCDM, es una obra espiritual que propone una filosofía no dualista, cuyo único propósito es lograr una transformación profunda y radical de la mente, recordándonos que no somos un cuerpo ni una personalidad pasajera, sino un espíritu eterno unido al amor. Su enseñanza se centra en eliminar los velos que nos separan de nuestra verdadera esencia, y en mostrarnos que la paz, la dicha y la plenitud no se alcanzan en el mundo exterior, sino en el reconocimiento interior de quiénes somos en realidad. No es un curso religioso ni un dogma cerrado, sino un camino de autoestudio que nos invita a mirar de otra manera, a cuestionar nuestras creencias y a desaprender lo que el ego ha fabricado para mantenernos en el miedo y la separación.
El curso afirma que los milagros, por sí mismos, no son lo más importante. Lo verdaderamente esencial es su origen, el cual está más allá de toda medida o evaluación humana. Los milagros no son actos sobrenaturales o fenómenos espectaculares, sino expresiones naturales del amor, gestos cotidianos de compasión, comprensión y perdón. El verdadero milagro no es lo que ocurre afuera, sino la fuerza interior que lo inspira: el amor mismo. Desde esta perspectiva, todo lo que surge del amor auténtico es un milagro, y todo acto de perdón, toda muestra de bondad, toda renuncia al juicio, tiene el poder de sanar. Los milagros despiertan en nosotros la conciencia de que el espíritu —y no el cuerpo— es el verdadero altar de la verdad, y este reconocimiento es lo que les confiere un poder curativo que trasciende cualquier explicación lógica.
El curso enseña que los milagros son expresiones espontáneas del perdón, porque perdonar es el camino hacia la libertad interior. Cuando extendemos el perdón a los demás, en realidad estamos aceptando el perdón de Dios hacia nosotros mismos, pues damos lo que deseamos recibir. El perdón, entendido en UCDM, no es justificar errores ni negar el dolor, sino mirar con los ojos del espíritu y reconocer que lo que parecía un ataque no es más que un llamado de amor. En este proceso, comprendemos que el verdadero enemigo nunca fue el otro, sino nuestra propia interpretación errada.
En la introducción, Un Curso de Milagros se presenta con estas palabras:
“Éste es un curso de milagros. Es un curso obligatorio. Sólo el momento en que decidas tomarlo es voluntario. Tener libre albedrío no significa que puedas establecer el plan de estudios, significa únicamente que puedes elegir lo que deseas aprender en un momento dado. Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es nuestra herencia natural. Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que lo abarca todo no puede tener opuestos.”
La enseñanza puede resumirse en tres frases fundamentales que condensan toda su esencia: Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios. Con estas palabras, el curso nos recuerda que lo real es eterno, invulnerable e inmutable, mientras que lo irreal —todo lo creado por el ego, basado en la separación y el miedo— carece de existencia verdadera. Reconocer esta diferencia es el inicio de la paz interior, la cual se convierte en la experiencia más elevada que un ser humano puede alcanzar.
Un Curso de Milagros, en definitiva, es un sistema de aprendizaje no dual, una guía de autoestudio que nos conduce a desaprender los mecanismos del miedo para despertar a la certeza del amor. Su objetivo principal no es otro que el de conducirnos hacia un estado constante e inalterable de paz interior. Y esa paz, cuando se establece como una experiencia estable, nos lleva inevitablemente al amor, que no es algo que debamos alcanzar fuera de nosotros, sino reconocer como nuestra herencia natural y eterna.
