La última Noche
La Última Noche: Un Relato de Amor y Conexión Espiritual por Christian
Era la última noche de mi madre en este plano. La distancia física que nos separaba era abrumadora: más de 12,000 kilómetros entre nosotros. A pesar de eso, algo dentro de mí sabía que debía acompañarla en este momento crucial. Mi conexión mediúmnica y los viajes astrales, que había desarrollado con los años, me dieron las herramientas necesarias para superar esa distancia y estar con ella de una forma diferente, pero igual de real.
Durante la noche, mientras mi cuerpo físico descansaba, mi espíritu se preparó para el viaje. La intención era clara: estar con ella, despedirme y asegurarme de que no se sintiera sola en este tránsito. Fue un viaje lleno de emociones. En ese estado de lucidez espiritual, sentí su energía y percibí su entorno. La serenidad y la calidez de su alma me envolvieron. Pude transmitirle el amor y la paz que deseaba darle en su último momento de luz en este «recreo de vida», como suelo llamarlo.
Al despertar, horas después, recibí un mensaje de mi sobrina. Me contó que, durante la noche, mi madre le había hablado en sueños. Le dijo algo que me emocionó profundamente: «Christian vino a visitarme». Mi sobrina, sorprendida, confirmó que mi madre había percibido claramente mi presencia, tal como yo había experimentado en mi viaje astral. Fue una validación de que, a pesar de las distancias físicas, la conexión espiritual trasciende cualquier frontera.
Mi madre también mencionó haber visto a sus padres y a su hermano. En su lucidez terminal, ese estado especial donde la conciencia se expande poco antes de la partida, logró conectar con sus seres queridos que ya habían trascendido. Fue un momento de amor puro y de reencuentro. Sin embargo, hay algo interesante que noté en su experiencia: mientras ella reconocía claramente a sus padres como los seres que la guiaron en esta vida, ellos parecían acercarse a ella no desde el rol de «padres» o «hermano», sino desde una afinidad espiritual más profunda, una atracción basada en la simpatía.
Esto tiene una explicación que encuentro fascinante y que quiero compartir con ustedes. Cuando el alma deja el plano físico y se acerca al mundo espiritual, los lazos familiares terrenales son reinterpretados. Ya no son importantes las etiquetas de «madre», «padre» o «hermano». Lo que realmente une a los espíritus es la vibración compartida, las lecciones aprendidas juntos y el amor que trasciende las vidas. Esto explica por qué sus padres y su hermano la acompañaban, no porque recordaran el rol que ocuparon en la Tierra, sino porque compartían una resonancia espiritual con ella.
Mi experiencia de despedida con mi madre no fue solo un acto de amor; también fue un recordatorio del poder del espíritu para trascender las limitaciones terrenales. Este evento me enseñó que, incluso en los momentos más difíciles, nuestras almas están interconectadas. En su última noche, mi madre me dio el regalo de confirmar que nuestras conexiones espirituales son reales, profundas y eternas.
Cuando pienso en todo esto, también me doy cuenta de lo afortunado que soy de haber desarrollado la habilidad de los viajes astrales y la mediumnidad. Esto no solo me permitió estar con mi madre en ese momento crucial, sino que también me dio una perspectiva única sobre la vida, la muerte y la eternidad del espíritu.
Reflexión para los lectores
Quiero compartir este relato para que comprendan que todos tenemos la capacidad de conectarnos con nuestros seres queridos en cualquier plano. Lo que necesitamos es intención, amor y una apertura a lo espiritual. La despedida no siempre es el final; es una transición hacia una forma diferente de estar conectados, una que trasciende el tiempo, el espacio y la materia.
Por último, si te encuentras en un proceso de despedida con un ser querido, recuerda: no estás solo. Las conexiones de amor nunca se rompen; simplemente evolucionan. La mejor forma de acompañar a alguien en su transición es con paz, amor y la certeza de que las almas, al final, siempre se reencuentran.